La religión romana se caracterizaba por ser politeísta y antropomórfica, es decir, creían en muchos dioses que representaban con apariencia humana. Generalmente, los dioses personificaban aspectos de la naturaleza. Los romanos tenían dioses para todas las ocasiones de la vida, por ejemplo, Fabulino ayudaba a los niños a aprender a hablar y Estalino les enseñaba a caminar. Dentro de la gran cantidad de dioses que adoraban se distinguían: los del culto privado o doméstico, como los Lares, que protegían la casa. Vesta mantenía el fuego del hogar. Los Manes, que representaban el alma de sus antepasados y los del culto público o nacional que eran adorados por todo el pueblo romano. Muchas veces, los romanos adoptaban sus dioses, razón por la cual tenían tantos y tan diferentes. Cuando Roma tomó contacto con Grecia, recibió la influencia de la religión griega. Los dioses romanos adquirieron forma humana, y se hicieron populares las leyendas de sus aventuras. Al ser incorporados a Roma, los dioses cambiaron de nombre. En la vida pública y privada de los romanos la religión tenía una gran importancia. Los romanos eran muy supersticiosos y para descubrir cuál era la voluntad de los dioses interpretaban el vuelo de los pájaros, se fijaban en la forma de las vísceras de los animales, etc. |